El día que Deep Blue pasó el test de Turing (Parte II)

Oct 29 2019

Por  Rodrigo Díaz López

En el post anterior estuvimos repasando una partida de ajedrez, celebrada el 4 de mayo de 1997, entre el ordenador de IBM Deep Blue y, el entonces campeón del mundo, Gary Kaspárov. En dicha partida Deep Blue mostró, por primera vez, un comportamiento “humano”. 

El turco 

El turco fue un autómata que jugaba al ajedrez, construido por Wolfgang von Kempelen a finales del siglo XVIII. Tenía la forma de una caja de madera con un maniquí en la parte trasera vestido a la moda turca, con túnica y turbante. La caja tenía una puerta en la parte frontal que mostraba un mecanismo de relojería que, supuestamente, le permitía mover las piezas ubicadas en la parte superior. El turco jugaba al ajedrez con un nivel más que aceptable, siendo capaz de derrotar a la mayoría de sus adversarios. Sin embargo, hoy en día, se cree que en realidad se trataba de una ilusión óptica que permitía esconder en el interior de la caja a una persona de baja estatura, que era la que movía manualmente las piezas y que, a su vez, podía ver los movimientos de su rival por medio de un periscopio escondido en el interior del maniquí. 

 

Kaspárov estaba convencido de que IBM le estaba haciendo “la del turco”. Conocía las limitaciones de los humanos y de las máquinas jugando al ajedrez, y había argumentado que un jugador con acceso a ordenadores, o viceversa, sería mucho más fuerte que un humano o que un ordenador en solitario. Sería invencible. 

En una rueda de prensa, celebrada al día siguiente de la partida, acusó al equipo de IBM de intervención humana en la partida del día anterior. Desafió a IBM a que hiciera públicos los logs de Deep Blue para demostrar cual había sido el proceso para llegar a realizar aquella jugada. El equipo de IBM era consciente de que estaban acusándolos de fraude, pero actuó de una forma muy inteligente: se negaron a hacer públicos los logs de Deep Blue. Habían conseguido sacar de quicio al campeón del mundo, y querían seguir explotando esa debilidad psicológica durante el resto del enfrentamiento. 

Como Kaspárov había ganado la primera partida, el encuentro estaba igualado tras haber perdido la segunda. Las siguientes tres partidas acabaron en tablas y Kaspárov, muy presionado, debía ganar la última partida si quería defender “el honor de la raza humana”. 

En esa última partida, tomó una decisión muy arriesgada provocada, tal vez, por su estado nervioso. A sabiendas de que Deep Blue realizaba los primeros movimientos sin calcular, en la jugada 7 hizo un movimiento erróneo a propósito, pensando que la respuesta correcta a ese movimiento no estaría incluida en el libro de aperturas de Deep Blue. Pero sí que lo estaba. El equipo técnico de IBM la había programado un mes y medio antes del enfrentamiento. Kaspárov perdió la partida y el encuentro. En su libro “Deep Thinking” lo describió así: “La derrota más rápida de mi carrera; la primera vez que perdía un duelo en mi vida; la primera vez que una máquina ganaba a un campeón del mundo en un duelo serio. Pero lo que realmente me preocupaba mucho no era lo que ese fracaso iba suponer en mi lugar en la Historia, sino el simple hecho de que había perdido, porque odiaba perder”. 

Finalmente, IBM terminó publicando los logs en Internet 15 años después de finalizar el encuentro, demostrando que no había fraude alguno. Kaspárov tardó 20 años en reconocerlo, pero al final terminó aceptando que IBM no hizo trampas, aunque les acusó de comportamiento poco ético por haber retrasado a propósito la publicación de dichos logs. 

Test de Turing 

Como dijo el genial Woody Allen: “el dinero no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que solo un auténtico especialista podría reconocer la diferencia.” 

Con la inteligencia artificial sucede algo parecido. Si una máquina muestra un comportamiento inteligente similar al de un ser humano y un experto es incapaz de notar la diferencia, entonces podemos concluir que esa máquina se comporta inteligentemente. Esa es la premisa del test de Turing

Es evidente que Deep Blue demostró, con la citada jugada, que se comportaba con inteligencia humana. Tanto es así que logró engañar al mayor especialista del mundo en ajedrez, al hacerle creer que había un humano detrás de la máquina. No se me ocurre una demostración más brillante de que Deep Blue pasó aquel día el test de Turing, al menos en la materia del ajedrez. 

Desde aquella tarde del mes de mayo de 1997, los ordenadores que juegan al ajedrez han mejorado bastante, realizando jugadas “humanas” con frecuencia y derrotando a otros campeones del mundo. Tanto es así que el interés por las competiciones hombre-máquina ha decaído bastante, pero no así en los torneos entre ordenadores en los que el programa Stockfish ha dominado durante la última década… hasta la llegada de AlphaZero

Pero esa es otra historia, y será contada en otra ocasión… 

Rodrigo Díaz López

Rodrigo Díaz López


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